La ortiga común, Urtica dioica, se encuentra en todas las zonas templadas del mundo. Crece con éxito en suelos nitrogenados y ultrafertilizados.
La ortiga no sólo es sostenible. Es capaz de mejorar el entorno en el que crece ayudando a controlar la erosión del suelo y evitando los desprendimientos.
La fibra de ortiga se caracteriza por su brillo. Tiene una gran resistencia a la tracción y a las arrugas y su suavidad es similar a la del algodón.
Las fibras son extremadamente absorbentes, antimicrobianas y antibacterianas.